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Carta al pequeño Abel

De: Abel Pérez (Enero 2020) Para: Abel Pérez (Septiembre 2001) Querido Abel,  Recibe un cordial saludo de mi parte, soy tú, pero diecinueve años mayor. Quise dedicar un puñado de mi escazo tiempo para darte unos consejos: 1. Nunca dejes de jugar: Sal y diviértete, con loco y pavo. No le tengas miedo a la pelota porque no duele, a pesar que te llegue en la cara, tal vez llores, pero pasará. Dile a Taygo que cuando seas grande jugarás mejor que él, y él será un gordito que no puede correr. Pide permiso para salir de noche, juega con tus amigos del barrio. Diviértete todo lo que puedas.  2. Aprende matemáticas: Yo sé que lo nuestro son las letras y el dibujo, pero también debes aprender matemáticas, muchas matemáticas. No te conformes con resolver lo que te dejan en la escuela, ve más allá y busca ejercicios más complicados, yo sé que no nos gusta, pero vamos a necesitarlo mucho, más adelante.  3. Habla con las chicas: Está bien tener amigos varones, pero también ha

A dónde fuiste

A dónde fuiste te extraño mucho, parece que pasó una eternidad desde que no estás. Abel una tarde dijo, "A veces me siento una mierda", aquí llorando, son las seis y pregunto ¿a qué hora llegará? Tengo ganas de ir a buscarte y salgo caminando, pero alguien dice, "flaco, él ya no volverá". No entiendo qué está pasando allá afuera, yo solo quiero un consejo de padre a hijo. Arrepentido del tiempo que dejamos, se fuera, Demasiado tarde, y cantar es lo que ahora elijo. Tal vez recuerdes las mañanas cuando salías a comprar, para el desayuno del pequeño que se iba a la escuela. Clásico peinado de raya al costado, y zapatos a brillar, era de todos los días, pasando por la pequeña plazuela. ¿Ya olvidaste los fines de mes, cuando íbamos al banco?,  salíamos todos y después juntos a tomar desayuno. Nuestro cabello largo, indicaba un corte en negro y blanco, Compras para la casa, paseábamos sin apuro alguno. No había más alegría que ir de

Amigos de infancia

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Largas tardes al lado de Wilmer "pepa" y Jordan "pavo" parecían interminables.

Fantasmas

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Tenía miedo y regresé a casa, una vez me saludó al oído, se sentía solo y olvidado, ya nadie cree en fantasmas y éstos van desapareciendo.

Regresando a casa

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Al final regreso a donde todo empezó, ya no serán de antes los recuerdos que invaden mi alma y mi cuerpo.

En algún lugar de la sierra peruana...

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Se podía respirar tranquilidad y armonía, incluso algunas veces se escuchaban los cantos del viento.